Hoy
queremos volver a incidir en este tema. Parece que los casos de acoso escolar
aumentan cada día, sólo en la Comunidad de Madrid han ascendido de 179 casos detectados
este año, frente a los 69 casos del año pasado. ¿Qué está pasando en las aulas?
¿Qué está pasando en las casas? ¿Qué está pasando en nuestra sociedad? ¿Es un
problema educacional? ¿A dónde se dirigen nuestros hijos? ¿Las nuevas
tecnologías están ayudando a detectarlo o a incentivarlo? Acosado o acosador,
claramente es un problema para ambos… no tenemos control sobre nuestros hijos,
no sabemos qué les ocurre o qué tienen en su cabeza, ponemos en sus manos
dispositivos y medios que no se supervisan, ¿les estamos empujando hacia el
abismo? Quizás nos estamos confiando en que nuestros métodos educativos son los
adecuados, quizás no estamos transmitiendo los valores correctamente, quizás
estemos anticipando situaciones que no están acorde a su edad madurativa… os
invitamos a la reflexión y sobre todo os invitamos a la lectura de estos
artículos que seguro podrán arrojar alguna luz ante toda esta confusión y esta
situación que se nos está yendo de las manos.
No existe una batería de preguntas mágicas que
sirva para detectar el acoso escolar. Será un tenso silencio lo que te
encuentres ante cualquiera de tus demandas. Marcos, de 11 años, lo expresa
claramente ahora que su infierno escolar de un año ya ha concluido: "Yo me
decía a mí mismo que si respondía a las preguntas de mi madre todo podría
empeorar".
Se impuso el silencio como estrategia para
enfrentarse al terror del colegio. Temía las represalias de un grupo de
compañeros que cada día le arrinconaban en el recreo, le llamaban pringao, se
reían de él y no le dejaban participar en los juegos. Su delito era ser el más
pequeño, gustarle los dibujos animados y ser el empollón. Él y su amigo Nico,
compañero de acoso, pasaban los días jugando invisibles con sus Nintendo DS y
soñando con ser aceptados en algún partido de fútbol.
María, su madre, se dio cuenta de que su hijo
había cambiado de repente. Casi no hablaba mientras que antes
"charloteaban mucho", cualquier pregunta se saldaba con un
"bien" con la mirada en la 'tablet' o un "déjame ya".
Decidió observar y escuchar con atención lo que su hijo hacía y decía cuando no
se sentía observado pero de una manera afectuosa, sin presión.
Lee el artículo
completo "¿Qué debes preguntar a tu hijo para descubrir si le acosan?" pinchando aquí.
¿Y si es "mi hijo" el acosador? Léelo aquí, en este otro artículo.
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AMPA
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